Microcrédito, un segmento clave que crece, pero no como podría

Microcrédito, un segmento clave que crece, pero no como podría

Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los microcréditos constituyen la parte vital de los sistemas financieros de América Latina y el Caribe. En los últimos años hubo una expansión de la entrega de microcrédito, lo que demuestra la capacidad que tiene este segmento para “contribuir significativamente” al desarrollo.

En Ecuador, el microcrédito fue uno de los tipos de crédito en la banca privada con mayor crecimiento en los últimos años.

A diciembre de 2022, la banca privada entregó una cifra récord en nuevos créditos, al otorgar USD 29.924 millones, lo que significa un incremento anual del 17%. Esto representa un crecimiento de USD 4.373 millones más que 2021.

De ese total, el microcrédito tuvo un incremento anual del 15%, al llegar a los USD 2.436 millones.

Según la Junta de Política y Regulación Financiera, este es el crédito destinado a los emprendimientos y microempresas que registran ventas inferiores a USD 100.000 por año. Es un segmento clave para la economía, pues generó el 25,47% del empleo en 2021, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Por ese aporte, el Banco Mundial señala que los emprendedores y las pequeñas empresas impulsan el crecimiento económico de los países y crean empleos, pues tienen el potencial de transformar las comunidades; mientras que las PYMES desempeñan un rol importante al abordar los desarrollo, especialmente los atados a la sostenibilidad y la prestación de servicios.

Tan importantes son los emprendedores y microempresarios que la mayoría de las empresas que se crean en el país son, precisamente, microempresas. De acuerdo con el INEC, en 2021 en Ecuador existían 849.831 empresas, de las cuales, el 94% eran microempresas, 4% empresas pequeñas y el 1% empresas medianas. En otras palabras, el 99% de las empresas del país son micro, pequeñas y medianas.

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2022) señala que para impulsar el microcrédito se requiere de políticas, una pieza clave para posicionar a este segmento.

Por eso, resulta imprescindible para los bancos privados reconocer y apoyar el rol fundamental de este segmento en la reactivación económica. Y, una forma de hacerlo es a través de la canalización de más financiamiento para las microempresas.

El microcrédito no es la única opción para reducir la pobreza, pero es, probablemente, uno de los mecanismos más utilizados para superar las limitaciones económicas.

Microcrédito: Cifras positivas pero pudieron ser mejores

Los nuevos créditos entregados a los microempresarios presentan cifras récord, pero irónicamente pudieron tener un valor mucho más alto.

Eso significa que, aunque existe un crecimiento en el volumen de nuevos microcréditos, hay una desaceleración en el crecimiento del número de operaciones de microcrédito. En 2022, el número de nuevas operaciones de microcrédito otorgadas por la banca privada fue de 775.998, un crecimiento de 27% (164.492 operaciones más) respecto al mismo periodo de 2021, cuando las nuevas operaciones crecieron un 75% en comparación con 2020.

Esto ocurrió debido a los techos a las tasas de interés en Ecuador, cuyo impacto ahora está empeorando por el contexto internacional.

Desde el 2007, el Gobierno Nacional impuso techos a las tasas de interés máximas que los bancos privados pueden cobrar por prestar dinero a los clientes del sistema financiero. Eso ha provocado un impacto en la entrega de microcréditos.

El impacto negativo ocurre porque los techos que tienen las tasas activas máximas en Ecuador además de no reflejar las condiciones actuales de la economía, tampoco permiten una asignación adecuada en función del riesgo, afectando con exclusión financiera a todos los segmentos, especialmente en el microcrédito.

Y ahora, el contexto internacional está poniendo más presión en esta restricción del crédito. Las políticas que se pusieron en marcha para promover la recuperación de la economía tras el impacto de la pandemia del coronavirus y el impacto de la guerra entre Ucrania y Rusia ocasionó el incremento de la inflación.

Como contraparte, los bancos centrales de las economías desarrolladas han incrementado -de manera periódica- la tasa de interés de política monetaria de sus países, con la intención de frenar la demanda (consumo) y, por ende, enfriar la subida de precios (inflación).  

Por ejemplo, el Banco Central de Estados Unidos, más conocida como la Reserva Federal (FED), incrementó la tasa de interés, al pasar de 0,25% en marzo de 2022 a un rango de entre 4,50% y 4,75% a inicios de febrero de 2023, un nivel registrado por última vez en 2007.

El incremento de las tasas de interés por parte de los bancos centrales provoca que el acceso a financiamiento internacional sea más costoso para las instituciones financieras y empresas de Ecuador, superando, en varios casos, los dos dígitos.

Que el financiamiento internacional sea más caro para el país provoca que se deteriore el flujo normal de recursos nuevos que arriben al país para colocarlos en nuevos créditos.

El financiamiento externo es uno de los aliados importantes para el crecimiento del crédito, entre ellos el microcrédito. Entre 2020 y 2022, el sistema financiero privado trajo más de USD 1.400 millones de recursos frescos del exterior, los cuales fueron colocados en nuevos créditos para empresas y familias.

El encarecimiento del financiamiento no solo viene del lado internacional, el costo del fondeo local también se ha incrementado. La tasa de interés pasiva referencial, es decir lo que pagan los bancos a sus clientes para dejar su dinero en las instituciones financieras, alcanzó el 6,65% a enero de 2023, más de un punto porcentual por encima del año anterior.

Tanto el encarecimiento del fondeo tanto local como internacional dependen de las decisiones de política monetaria internacional y de la coyuntura global. Para Ecuador, las consecuencias resultan incompatibles debido al sistema y la estructura de techos en las tasas máximas de interés activas vigentes.

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Buró de Crédito: el carácter de pago de los ecuatorianos es positivo

Buró de Crédito: el carácter de pago de los ecuatorianos es positivo

Desde el 2012 no existe como tal una «central de riesgo». Lo que existen son entidades que se conocen como Burós de Crédito, que recopilan los comportamientos de las personas que acceden a préstamos y créditos en instituciones financieras, en casas comerciales y en telecomunicaciones. Es decir, no hay un listado llamado ‘Central de Riesgo’ en el que se incluya solo a la gente que no pagó una deuda para ya no darle un crédito.

Marco Rodríguez, presidente de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) señala que, a diferencia de la centra de riesgos, los burós permiten que haya información actualizada del historial crediticio de los clientes del sistema financiero.

“Ahora ya no solo tienen la foto de una persona, sino la película completa. Con ello podemos saber si una persona, que, quizás hoy aparece como mal pagador porque sufrió una enfermedad, siempre tuvo un buen historial crediticio”.

Marco Rodríguez.

Con la información del historial crediticio de un cliente (comportamiento de pago), los servicios financieros que prestan los buros permiten que las entidades -que otorgan créditos- puedan conocer a la persona con la cual evalúan realizar negocios.

La calificación del comportamiento de pago de un cliente se conoce como “scores” y como señala la Asobanca, este indicador viene a ser como la libreta de calificaciones que una persona obtenía en el colegio o la universidad: si estudiábamos teníamos una buena nota, pero sino lo hacíamos, la calificación era baja.

Según Aval Buro, el score de crédito es un puntaje entre 0 y 999 puntos que mide la probabilidad de que un cliente pague a tiempo su crédito. Cuando pagan oportunamente las deudas, el score será cercano a 999 puntos, mientras que, si no se pagan puntualmente, el score se deteriorará y bajará.

El estudio “Radiografía del crédito en Ecuador” (Asobanca y Aval Buró, julio de 2022) señala que tener un buen score es importante para acceder a un crédito porque abre las puertas a oportunidades de financiamiento con mejores condiciones.

La publicación de Asobanca y Aval Buró concluye que los ecuatorianos tienen un buen carácter de pago, debido a una reducción considerable de los pagos incumplidos: Las operaciones crediticias con pagos incumplidas cayeron de 6,40% (6.044) en junio de 2020 a 2,81% en junio de 2022 (4.083).

Si se analiza solo por empresas, la publicación señala que, pese al impacto de la pandemia del coronavirus en la economía, las empresas con las mejores calificaciones crediticias se encuentran en Tungurahua, Imbabura y Cotopaxi. En esas provincias el préstamo está destinado a los sectores de comercio, al agrícola y a la manufactura.

Registros en burós de crédito, positivo para clientes

Es positivo que los burós de crédito registren información del historial crediticio de los clientes -dice el titular de la Asobanca- porque permite a los bancos, a las cooperativas, a las casas comerciales y a las empresas que brindan servicios o créditos, considerar a una persona como un candidato a recibir un financiamiento.

“Pero, qué pasa si no existiera información del historial crediticio: sería difícil tomar una decisión (crédito). Pregunto: ¿Prestarías tu dinero a una persona que no conoces?; es muy seguro que no, pero si tienes información, estarías más motivada a prestar dinero”, explica Rodríguez.

Lo mismo pasa con una institución financiera, que, con base a información crediticia de los burós, otorga un crédito a una persona.

En ese sentido, Asobanca hace varias recomendaciones a la ciudadanía para que cuiden su historial crediticio. Entre esas medidas están:

  • Pagar a tiempo las deudas.
  • Ponerse al día en las obligaciones vencidas.
  • Mantener solo una operación crediticia.
  • No sobreendeudarse más allá de las posibilidades de ingresos.

Propuestas para eliminar “la central de riesgos”

Eliminar el historial crediticio y borrar las calificaciones o scores son parte de varios proyectos legales que se analizan en la Asamblea Nacional.

Pero, eliminar el historial crediticio y borrar las calificaciones perjudicará a los clientes que quieren acceder a un préstamo o crédito, pues las entidades financieras y casas comerciales no contarían con información del perfil de ese cliente, lo que produciría menor colocación de crédito.

Más bien, Asobanca propone el fortalecimiento de los burós crediticios, que permitan contribuir a dibujar mejor el perfil de un cliente, que, en la actualidad, no se está tomando en cuenta para el otorgamiento de un crédito. Por ejemplo, fortalecer el perfil de un cliente con el historial en el pago de sus servicios básicos, de arriendo y de pensiones educativas.

Hay gente que tiene carácter de pago, pero entre pagar la pensión del colegio y el crédito, puede que prefiera pagar el colegio. En ese escenario, el cliente muestra responsabilidad y carácter de pago ante una dificultad puntual.

Asobanca plantea, además, que se implemente un sistema de ponderación en el que la calificación buena (score) se mantenga registrada durante más tiempo y se le dé más peso en la ponderación de riesgo; y, por otro lado, a la mala calificación se le otorgue menos peso y menos tiempo de duración.

Actualmente, la ponderación entre los dos tipos de calificación, tanto la mala como la buena es igual, dura seis años para cada una. En otros países, como en Perú, la buena calificación permanece 10 años y la mala dos.

Por Wilmer Torres Peña.

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El sistema bancario apuesta por la inclusión financiera en Ecuador

El sistema bancario apuesta por la inclusión financiera en Ecuador

Por: Adriana Santillán y Nicolás Estrella
Departamento Económico Asobanca

Los servicios financieros constituyen ejes fundamentales para el desarrollo económico y social de los países ya que contribuyen con la calidad de vida de las personas y a su vez, con el crecimiento de las economías (Banco Mundial, 2022). En esta línea, la inclusión financiera se entiende como el acceso a servicios de pago, ahorro, financiamiento y seguros para empresas y personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y fuera del sistema financiero formal (Banco Mundial, 2022).

Su relevancia en el campo económico y social yace en su capacidad de reducir la pobreza y mejorar la distribución de ingresos entre la población (Burgess & Rohini, 2005); aspecto que transforma a la inclusión en un concepto multidimensional. Dentro de este contexto, los sistemas bancarios juegan un rol central pues sus instituciones ofrecen productos y servicios que buscan adecuarse a las necesidades de las personas con el fin de aumentar su bienestar financiero. De tal forma, los bancos juegan un papel crucial al realizar esfuerzos para diseñar productos financieros de calidad que sean provistos de forma responsable y sostenible (García et al, 2013). Por ejemplo, la transformación digital de la banca, que se aceleró con la pandemia, ha conseguido promover el micro financiamiento, los pagos digitales y la inserción financiera de mujeres, jóvenes y personas en situación de pobreza (IDB & WEF, 2022).

“La transformación digital de la banca ha conseguido promover el micro financiamiento, los pagos digitales y la inserción financiera de mujeres, jóvenes y personas en situación de pobreza”.

A nivel mundial, existen distintos estudios que analizan la evolución de la inclusión financiera. Uno de los trabajos más destacados es el Global Findex Database del Banco Mundial (GFD, 2017), el cual recoge los datos más relevantes relacionados al acceso, uso y profundización de los servicios financieros.

Entre sus principales resultados, se destaca la comparación entre regiones respecto a la proporción de personas mayores a 15 años que poseen una cuenta en una institución financiera formal.

Uso de la metodología “componentes principales no lineales” a una muestra de 7 países de América Latina (Perú, Colombia, Bolivia, Chile, Ecuador y México) con 1.200 encuestas a hogares por cada país.

Una puntuación de 100 significa que existe mayor inclusión financiera. Para el caso de América Latina dicha proporción alcanza apenas el 54% en 2017, resultado que se encuentra 40 puntos porcentuales (p.p.) por debajo de América del Norte (94%) y 27 p.p. con relación a Europa y Asia Central (81%). Para Ecuador, este porcentaje es menor al promedio latinoamericano, pues alcanza el 51% (Gráfico 1). Por otra parte, también se presenta un indicador de la proporción de personas pertenecientes al 40% más pobre de la población que posee una cuenta financiera; este indicador representó el 42% para América Latina y el 33% para Ecuador. De este modo, se evidencia un retraso en la inclusión financiera de la región al reconocer que aún existe una alta proporción de personas que no accede al sistema financiero formal.

Los datos más recientes para analizar el caso ecuatoriano se obtienen del Índice de Inclusión Financiera de Credicorp, elaborado mediante una encuesta a países de la región por Ipsos (2021). El análisis relaciona las dimensiones de acceso, uso y calidad. La primera hace referencia a la posibilidad de acceder a productos o servicios financieros formales; el uso describe la profundidad o frecuencia en la que se utilizan estos y la calidad representa en qué medida estos productos o servicios satisfacen las necesidades de las personas (Credicorp, 2021).

Para este indicador, Ecuador obtuvo una puntuación de 46,9 en 20212. En la dimensión de acceso (infraestructura financiera, conocimiento y tenencia de productos), el puntaje fue de 43,3. Para la dimensión de uso (transacciones básicas, ingresos y ahorros), la puntuación llegó a 30,2. Por último, en la dimensión de calidad, Ecuador recibió un puntaje de 67,2 (calidad percibida y la confianza en el sistema financiero).

En todas estas dimensiones, el país tiene puntuaciones superiores a las del resto de países, por lo que la puntuación se encuentra por encima del promedio regional que fue de 38,3 (Credicorp, 2021). Esto significa que el país muestra un avance en materia de inclusión debido al trabajo del sector financiero en incrementar la calidad de los productos y servicios que ofrece.

En esta línea, la banca privada ecuatoriana con el fin de contribuir con la ampliación del acceso y uso de sus productos financieros cuenta con 40.225 puntos de atención (oficinas, ATM, corresponsales no bancarios y agentes auxiliares) en todo el territorio nacional, tanto en zonas urbanas como en rurales. En el Gráfico 3, se observa el número de puntos de atención de los bancos y de las cooperativas, las mismas que, para el mismo período, alcanzaron un total de 44.897 puntos.
Debido a la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19, la banca incrementó sus esfuerzos para continuar ofreciendo sus servicios a las personas. Uno de los instrumentos para lograrlo fue el incremento significativo de los corresponsales no bancarios (CNB), lugares en donde los usuarios pueden realizar transacciones, pagos de servicios básicos, entre otros servicios, en pequeños y medianos comercios como en las tiendas o farmacias más cercanas.

De esta manera, Ecuador es el tercer país con la mayor cantidad de CNB por cada 100.000 habitantes en América Latina, sólo por debajo de Perú y Brasil (Gráfico 4). A septiembre 2021, el país contó con 164 CNB por cada 100.000 ecuatorianos, es decir, 29.279 de estos puntos de atención.

De acuerdo con el Banco Mundial (2022), los países más avanzados en materia de inclusión financiera son aquellos que han conseguido crear un contexto regulatorio y normativo propicio, que permita la competencia de las instituciones bancarias, además de una innovación y ampliación de los productos y servicios financieros para toda la población.

Esto debería estar acompañado de regulaciones y medidas de protección al cliente, con el fin de garantizar una oferta responsable de servicios (Banco Mundial, 2022). Asimismo, el auge de la digitalización, ha facilitado el acceso y uso de servicios financieros para las empresas más pequeñas y poblaciones vulnerables. No obstante, este aspecto sigue siendo un reto para las economías a nivel mundial, especialmente, para la región (Banco Mundial, 2022).

La banca ecuatoriana sigue el camino de una mayor inclusión financiera que fomente el acceso al financiamiento formal de grupos tradicionalmente excluidos. Sin embargo, el contexto normativo presenta una serie de desafíos para lograr una inclusión financiera más justa ya que hoy que se ve limitada por la elevada represión en las tasas de interés mediante controles excesivos que resultan nocivos para el desarrollo del sistema (Banco Mundial, 2020).

Una tasa de interés que refleje las condiciones del mercado propiciaría un sistema financiero mucho más inclusivo que combata el financiamiento informal que afecta a familias y empresas ecuatorianas con tasas de interés anuales superiores al 1.200%.

Equifax, 2021.

De esta manera, la inclusión financiera no solamente facilita la vida cotidiana y ayuda a las familias y empresas a tomar decisiones que eleven su bienestar, sino que también contribuye al desarrollo socio económico de la población en general. A pesar de los esfuerzos realizados y los avances en esta materia, América Latina y Ecuador todavía se encuentran rezagados, por lo que es primordial reconocer el papel de las instituciones financieras, su digitalización, y los avances en la normativa y regulación que aún son necesarios. Así como el rol de la educación financiera, a la hora de fomentar políticas y programas que tengan como objetivo la inclusión y, por tanto, el bienestar económico y financiero de toda la población.

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Alivios financieros para más de dos millones de ecuatorianos

Alivios financieros para más de dos millones de ecuatorianos

Uno de los primeros días de diciembre de 2019, navegando en Internet, vi en el sitio web de un diario nacional la noticia. El titular anunciaba un raro y contagioso virus que alarmaba a la gente en China. Recuerdo, con una extraña claridad, que no quise leerla porque pensé “es otra noticia amarillista con titular exagerado que solo busca más clics”.

En dos años de pandemia por el virus de COVID-19, en Ecuador 827 760 personas se contagiaron y alrededor de 35 223 murieron, de acuerdo con los datos del Ministerio de Salud Pública registrados por diario Expreso en marzo de 2022. Durante la pandemia, números como estos llegaban como una avalancha: el número de casos confirmados, de ocupación de camas, de muertes, de altas médicas, de vacunados…

¿Por qué ese afán de enumerar y cuantificar? En esta pandemia, los números fueron necesarios para dimensionar los problemas y también los esfuerzos que se hicieron para solucionar los problemas, para identificar cuándo los esfuerzos fueron grandes o pequeños y para saber si los problemas crecieron o si se redujeron. 

Con más personas desempleadas o con sueldos reducidos, con tantas familias gastando miles de dólares en hospitalizaciones y medicamentos para tratar de salvar a sus seres amados, uno de los problemas que trajo la emergencia sanitaria al país fue el deterioro en la cadena de pagos. Millones de personas no iban a poder cumplir con sus compromisos de pago de deudas y la banca privada ecuatoriana previó este escenario cuando apenas comenzaba la emergencia sanitaria, el 16 de marzo de 2020. Por ello, decidió ofrecer a sus clientes mecanismos de ayuda que les permitieran sortear las complejidades de este período. A estas ayudas se las conoció como alivios financieros o diferimientos extraordinarios.

Desde ese día, los bancos brindaron a sus clientes la alternativa de posponer el pago de las cuotas de sus créditos hasta por 60 días o más, dependiendo de la necesidad particular de cada uno. Es decir, las familias, personas y empresas afectadas pudieron diferir los pagos de los créditos sin recargo por mora al final del período originalmente pactado. Una vez finalizado el diferimiento solicitado, las entidades bancarias continuaron acompañando a los clientes con mecanismos de novación, refinanciamiento y reestructuración de deudas, estudiando de manera prudente cada caso y de acuerdo con la capacidad de pago de cada cliente. 

Según la Asociación de Bancos Privados (Asobanca), el objetivo de esta medida fue permitir a los clientes afectados por la pandemia priorizar su liquidez durante la emergencia, sin afectar su historial crediticio ni incurrir en intereses de mora. La medida se tomó con base en análisis técnicos, para no afectar a los depositantes que, en medio de la crisis, continuaron confiando en los bancos como un lugar seguro en donde resguardar sus recursos e inversiones. 

En medio de esa avalancha de números de la pandemia, la banca privada también lanzó números y cuantificó la magnitud de estos alivios. Estos datos se recopilaron en el informe “Conoce el apoyo de los bancos durante la pandemia, un recuento de los alivios financieros otorgados desde el inicio de la emergencia sanitaria”, publicado por Asobanca en marzo de 2022.

De acuerdo con este informe, en la época más compleja de la emergencia sanitaria —entre marzo y junio de 2020—, los bancos privados otorgaron alivios financieros que totalizaron 10 000 millones de dólares (10% del PIB ecuatoriano); es decir, el 36% de la cartera total de crédito de los bancos. ¿Esto es mucho? En efecto, es uno de los montos de alivios financieros más altos otorgados en la región. 

Los bancos privados del Ecuador fueron de los que más alivios otorgaron a sus clientes en la época más dura de la pandemia. De acuerdo con datos de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), la banca privada de Ecuador fue la tercera de la región que otorgó más alivios financieros a sus clientes, solo detrás de Colombia y Panamá.

En América Latina, durante 2020, los gobiernos con una posición fiscal estable y con moneda propia implementaron medidas de alivio para sus habitantes y también para apoyar al sistema financiero, por ejemplo, reducción de encaje y requerimientos de liquidez, entre otras. Ecuador, en cambio, al no poseer una moneda propia y con un déficit fiscal que ya venía deteriorándose desde antes de la pandemia, tuvo un limitado espacio para políticas financieras de contención ante esta emergencia por parte del gobierno de ese momento. De ahí que los alivios financieros se apalancaron únicamente en la banca privada.

Sin embargo, es posible que estos porcentajes sean difíciles de dimensionar. Por ello, también resulta importante responder a la pregunta: ¿cuántas personas recibieron un alivio financiero de los bancos privados? De acuerdo con datos de Asobanca, los alivios financieros llegaron a 2,3 millones de operaciones de crédito. Esto significa que, en la pandemia, alrededor de 2 millones de personas y negocios en Ecuador tuvieron la facilidad de dejar de pagar sus cuotas durante dos meses. Este es un número similar al de la población de Quito o Guayaquil.  

Quizás en medio de la avalancha de números que trajo la pandemia estas cifras sean difíciles de recordar, pero para aquel padre de familia que perdió su empleo en esa época, dejar de preocuparse por la cuota de la tarjeta durante dos meses, seguramente fue un gran alivio. Y para esa profesora a la que le redujeron el sueldo, tener un período de dos meses para dejar de pagar por ese tiempo las cuotas de su préstamo y usar ese dinero para comprar medicamentos, fue una importante ayuda. Así como estas, dos millones de historias, dos millones de alivio.

¿En dónde se concentraron los alivios financieros?

Resulta también interesante conocer en dónde se concentraron más estas ayudas. Con las medidas de restricción y confinamiento implementadas durante los meses más duros de la pandemia de COVID-19, todos los sectores económicos se vieron afectados; de ahí que la banca otorgó medidas de alivio financiero a negocios de todas las áreas económicas.

Los datos muestran que las actividades que recibieron más alivios financieros de la banca fueron:

Fuente: Asobanca

En tanto, si se analiza por provincia, los datos muestran que en las 24 provincias del país, los alivios financieros representaron más del 50 % de la cartera de crédito. Las provincias que recibieron más alivios financieros con relación a su cartera de crédito fueron:

Fuente: Asobanca

La pandemia de COVID-19 ha sido uno de los episodios más duros y dolorosos que ha atravesado el país y, ciertamente, la economía sufrió el shock más fuerte del que se tenga registro. En medio de todos los problemas derivados de esta compleja situación de crisis sanitaria, es importante destacar que el país no tuvo que atravesar una crisis financiera. Por el contrario, la banca privada se mantuvo sólida, como un puntal de estabilidad y confianza para sus más de 7 millones de clientes; y, tal como muestran las cifras, emprendió un masivo plan de ayudas para apoyar a los ecuatorianos en medio de esta emergencia.

El microcrédito: el impulso para la reactivación económica

El microcrédito: el impulso para la reactivación económica

Por: Juan Sebastián Vela y Adriana Santillán

Departamento Económico de Asobanca

Los pequeños y medianos emprendimientos representan más de la mitad de los puestos de trabajo formales en el mundo (Banco Mundial, 2016), por ende, su papel cada vez es más importante a la hora de brindar oportunidades para el desarrollo socioeconómico. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2020 en Ecuador existían alrededor de 900.000 empresas, de las cuales, el 90% eran microempresas, 7% empresas pequeñas y el 2% empresas medianas. En otras palabras, el 99% de las empresas del país son micro, pequeñas y medianas y generarían alrededor del 60% del empleo total.  Para la reactivación económica, resulta imprescindible reconocer y apoyar el rol fundamental de este segmento. Una forma de hacerlo es a través de canalizar más financiamiento para la microempresa.

De acuerdo con la Superintendencia de Bancos, al cierre de 2021, el volumen de crédito[1] otorgado por la banca privada del país alcanzó los USD 27.804,5 millones, es decir, se entregaron USD 5.029,7 millones adicionales con respecto al año 2020 (crecimiento anual del 22,1%). Además, al comparar con diciembre de 2019, el volumen de crédito creció 4,5% (USD 1.191,2 millones adicionales), por lo que ya supera los niveles prepandemia. De este comportamiento destaca el microcrédito que fue el segmento que registró el mayor crecimiento en 2021, alcanzando USD 2.271,3 millones (lo que significó una tasa de crecimiento anual del 69,6%).

Del total del volumen de crédito colocado en 2021, el proveniente de la banca privada representó el 73,8% (USD 27.805,5 millones) de la colocación del sistema financiero nacional. Mientras las cooperativas alcanzaron los USD 8.229,7 millones, representando el 18,9% del volumen de crédito nacional; y las instituciones financieras públicas (USD 1.161,5 millones) y las mutualistas (USD 493,5 millones) conformaron el 3,1% y el 1,3%, respectivamente (Gráfico 1).

Cabe señalar que el volumen de crédito está compuesto por cinco segmentos[1]:

Crédito productivo: colocaciones dirigidas al financiamiento de actividades productivas y comerciales, cuyas ventas se encuentran entre USD 100.000 hasta USD 5 millones;

Crédito de consumo: préstamos otorgados para la adquisición de bienes, servicios o gastos no relacionados a actividades productivas;

Crédito educativo: operaciones de crédito otorgadas para formación y capacitación profesional o técnica;

Microcrédito: financiamiento a actividades de producción y/o comercialización en pequeña escala. Microcrédito minorista: ventas inferiores a USD 5.000; microcrédito de acumulación simple: ventas desde USD 5.000 hasta USD 20.000; microcrédito acumulación ampliada: ventas desde USD 20.000 sin superar los USD 100.000;

Crédito vivienda: dirigido para la adquisición o construcción de inmuebles, así como de terrenos destinados a la construcción de vivienda propia.

Para finales de 2021, de los USD 27.804,5 millones entregados por la banca privada del país, USD 19.371,2 millones fueron destinados al crédito productivo; USD 5.354,8 millones al consumo; USD 2.271,3 millones al microcrédito; USD 778,5 millones a vivienda y USD 28,8 millones al crédito educativo (Gráfico 2).

La Tabla 1 muestra que el microcrédito es el que ha tenido una mayor tasa de crecimiento anual en 2021. Con respecto a diciembre de 2020, existió un crecimiento del 69,6%, mientras que, si se realiza una comparación con 2019, el crecimiento fue del 21,0%. Esto es un reflejo del continuo apoyo y acompañamiento de la banca privada a los negocios más pequeños del país, lo cual está ligado a una mayor dinamización de la economía ecuatoriana.

Al realizar un análisis geográfico destaca que la colocación de microcrédito en 2021 llegó a las 24 provincias del país, demostrando financiamiento extendido a nivel nacional. La colocación de microcrédito se concentra en Pichincha, con USD 724 millones; Guayas, con USD 366 millones y Manabí, con USD 231 millones, representando el 58% del total del monto de colocación de microcrédito en el país.

Por otro lado, es importante mencionar que las provincias de Esmeraldas y Napo tuvieron los mayores crecimientos anuales, en donde el monto de microcréditos varió en 85% y 61%, respectivamente.

Destino del microcrédito

El 85% del financiamiento de microcrédito se destinó a los sectores de las actividades de los hogares (29%), actividades de servicios administrativos (26%), el comercio (20%) y los sectores agrícolas (10%), evidenciando los esfuerzos de la banca privada en el financiamiento de actividades productivas. De estos sectores, por ejemplo, destacan el comercio y las actividades agrícolas con un crecimiento del 54% y 52% respectivamente con relación al año 2020. Al año 2021 en el sector comercio se colocaron USD 447 millones, es decir, USD 158 millones más que en 2020, mientras que en las actividades agrícolas se colocaron USD 223 millones con un incremento de USD 77 millones respecto al 2020. En la búsqueda de una recuperación económica sostenida, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas debe ser una prioridad en las economías ya que representan el motor de crecimiento económico y la creación de empleos. Desde la banca privada, los créditos entregados hacia microempresarios ya superan los niveles prepandemia, crecen al 70% anual y del total de estos créditos, el 52% se entregan a mujeres emprendedoras, lo cual trae una serie de externalidades positivas para las familias, negocios y la sociedad. Fomentar la dinamización de la economía a través del crédito enfocado en sectores productivos es consolidar el desarrollo económico, el empleo y la competitividad, elevando el bienestar general.

Gráficos y tablas:

[1] La información considera operaciones de crédito nuevas y novadas, publicadas por la Superintendencia de Bancos. Esta información incluye datos proporcionados en el reporte de volumen de crédito del BCE respecto a tarjetas de crédito, debido a que la Superintendencia de Bancos no reporta este rubro.

[2] Fuente: Banco Central del Ecuador

Referencias bibliográficas:

Banco Central del Ecuador

Superintendencia de Bancos

Superintendencia de Economía Popular y Solidaria

Banco Mundial (2016). https://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/06/20/entrepreneurs-and-small-businesses-spur-economic-growth-and-create-jobs