El sistema bancario cada vez más sostenible

El sistema bancario cada vez más sostenible

El rol de intermediación financiera de la banca es clave para la canalización de liquidez a empresas y personas.

Es a través de ese rol que se convierte en un actor fundamental para promover el desarrollo sostenible de los sectores productivos y de consumo del país. Con una visión estratégica y bien orientada, los bancos privados caminan con pasos firmes para incidir en las diferentes industrias del país promoviendo a través del otorgamiento de créditos que sus clientes implementen aspectos ambientales, sociales y de gobernanza en sus proyectos (ASG, por sus siglas en inglés).

Con estos parámetros, la banca apoya a través de productos crediticios a proyectos de construcción sostenible; a los emprendimientos de las mujeres; al reciclaje y gestión de residuos; a impulsar la producción más limpia; al desarrollo de proyectos de agricultura, acuacultura y manufactura sostenible; a la adquisición de vehículos híbridos y eléctricos, a la compra de equipos de alta eficiencia energética y de generación alternativa de electricidad, entre otros.

El trabajo de los bancos -por mejorar el bienestar financiero de sus clientes y de la sociedad, y a su vez de construir un ecosistema de sostenibilidad en el país- tiene muchos años, tiempo en el que han desarrollado e implementado iniciativas y estándares internacionales de sostenibilidad, generando estrategias y acciones que impacten de forma positiva en la sociedad.

Uno de los hitos más importantes ocurrió en 2016, cuando los bancos firmaron el Protocolo de Finanzas Sostenibles de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), que concretó una estrategia de finanzas sostenibles para el sector.

El protocolo es una iniciativa estratégica que ha promovido que los bancos privados gestionen una agenda coordinada y estratégica de avances y profundización en la temática. Entre las acciones adoptadas, está la implementación, desde 2017, del Sistema de Administración de Riesgos Ambientales y Sociales (SARAS) que permite identificar y mitigar el impacto ambiental y social cuando se otorgan créditos productivos en sectores específicos.

El recorrido del sector bancario por las finanzas sostenibles no queda allí. En diciembre de 2019, nueve bancos ecuatorianos -y por primera vez todos juntos en bloque- se adhirieron a los Principios de Banca Responsable, impulsado por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI, por sus siglas en inglés).

Con esta singular adhesión, Ecuador fue el país con la mayor cantidad de bancos privados adheridos a este acuerdo en ese momento. La idea de los Principios de Banca Responsable es que además de que los bancos alineen sus negocios al Acuerdo de París, a los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) y a otros marcos internacionales, también gestionen diversos ámbitos con una visión de sostenibilidad integral.

Estos son los seis principios de Banca Responsable:

  • Alineamiento: satisfacer las necesidades de los clientes y la sociedad.
  • Impacto y fijación de objetivos: los bancos deben identificar, evaluar y reducir el impacto que sus actividades tienen sobre las personas y el medio ambiente para crear economías más verdes.
  • Clientes y usuarios: trabajar con los clientes para fomentar prácticas sostenibles y acompañarlos hacia modelos más responsables con el clima y el medio ambiente.
  • Partes interesadas: cuando los bancos se asocian con sus pares, inversionistas, clientes, colaboradores, proveedores, reguladores y otros grupos de interés externos pueden incrementar el cambio a una escala superior.
  • Gobernanza y cultura: es importante el apoyo de la entidad bancaria para que el colaborador integre la sostenibilidad en su trabajo y decisiones.
  • Transparencia y responsabilidad: los bancos deben revisar periódicamente los principios con transparencia y responsabilidad.

María Eugenia Sosa, coordinadora regional UNEP FI, señala que el primer paso para cumplir con los Principios de Banca Responsable es que las entidades financieras analicen sus portafolios para identificar a los sectores que están financiando y sus impactos en su objetivo de alcanzar una economía con cero emisiones de carbono. Esta es una tarea que la banca de Ecuador ya inició. 

En esa misma perspectiva de impulsar una banca sostenible, durante 2021 y 2022, dos bancos ecuatorianos se sumaron a la Alianza Bancaria para Emisiones Netas Cero (NZBA, por sus siglas en inglés), que tiene como meta que las emisiones de carbono derivadas de los portafolios de crédito e inversiones de las instituciones financieras alcancen las emisiones netas cero para 2050, es decir en 28 años.

Analizar el portafolio de inversiones para impulsar créditos es uno de los primeros retos que tienen los bancos que se sumaron a la NZBA, alianza auspiciada por la UNEP FI, que a octubre de 2022 está conformada por más de 491 instituciones financieras mundiales, entre ellas bancos ecuatorianos.

Para lograr este objetivo los bancos deben facilitar financiamiento a sus clientes para que desarrollen proyectos de energía renovable, de eficiencia energética e inversiones agrícolas climáticamente inteligentes, entre otras, para lograr que los negocios transiten a modelos de bajo carbono.

Luego de cinco años de la firma de este Protocolo, los bancos miembros de la Asobanca suscribieron un acta para renovar su compromiso con las finanzas sostenibles, en noviembre de 2021.

Financiamiento internacional

Producto del trabajo en términos de sostenibilidad bajo estándares internacionales y por su manejo técnico que ha derivado en estabilidad, solvencia, solidez y confianza de entidades internacionales, los bancos privados han recibido USD 1.150 millones en financiamiento de los organismos multilaterales entre 2020 y octubre de 2022. Los recursos son destinados, por ejemplo, a iniciativas de finanzas sostenibles, enfocadas al financiamiento social, es decir, para género, micro, pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres; y también para el financiamiento verde.

Los recursos provienen principalmente del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), BID Invest, la Corporación Financiera Internacional (IFC), Bancos Holandés de Desarrollo (FMO), FIN DEV de Canadá y Grupo Aliado S.A.

Además, estos esfuerzos para impulsar las finanzas sostenibles han impulsado que varios bancos ecuatorianos emitan cinco bonos temáticos por USD 360 millones para financiamientos verdes y financiamiento social:

  • 2019: Primera emisión de bono verde por USD 150 millones.
  • 2020: Primera emisión de bono social por USD 20 millones
  • 2022: Emisión de tres nuevos bonos; un bono sostenible por USD 50 millones, un bono de género por USD 100 millones y la primera emisión privada en la región de un bono azul por USD 40 millones.

La emisión de bonos temáticos es suscrita o comprada por inversionistas nacionales o internacionales. En el caso de los emitidos en el país, han sido suscritos por instituciones financieras de desarrollo (DFI por sus siglas en inglés).  Posteriormente, el dinero obtenido por la venta de estos bonos ha sido y será utilizado por los bancos ecuatorianos para otorgar créditos verdes y sociales, en función del que haya sido su compromiso al emitirlos. 

Tanto el financiamiento de los organismos multilaterales, además de los recursos obtenidos por la emisión de bonos temáticos, así como las estrategias de los bancos privados por la creación de nuevos productos ha permitido que la cartera de financiamiento sostenible (social + verde) alcance los USD 1.902 millones en 2021, lo que representa un crecimiento de 66,3% (USD 758 millones) con respecto a 2020. El financiamiento sostenible se compone de 83,6% de financiamiento social y 16,4% de financiamiento verde.

La cartera de productos crediticios verdes, es decir, dirigidos a financiar proyectos que abordan el cuidado ambiental y el cambio climático, es quizás el enfoque más visible de las finanzas sostenibles en el Ecuador.

Asobanca levantó un registro de los montos colocados bajo esta etiqueta conocida como “créditos verdes”.

De acuerdo con los últimos datos recopilados por Asobanca, en 2019 los bancos privados colocaron en créditos verdes un total de USD 202 millones, luego en 2020 la cifra ascendió a USD 200 millones y en 2021 el monto de créditos verdes llegó a USD 312 millones y se destinó, sobre todo, al segmento productivo. En 2021, de los USD 312 millones de cartera de crédito verde, USD 239 millones (77%) fueron al segmento productivo; USD 31 millones (10%) al consumo y USD 42 millones (13%) al segmento vivienda.

El financiamiento verde no es nuevo. Desde 2012 ya se comenzaron a registrar productos crediticios dirigidos a proyectos con enfoque ambiental en la banca privada, es importante mencionar que incluso antes de ese año las entidades ya financiaban iniciativas amigables con el medio ambiente, pero, por lo novedoso del mercado en aquella época, esos recursos no se registraban bajo la etiqueta de “crédito verde” aunque en esencia, lo eran.

Y, respecto al financiamiento social, en 2019 los bancos privados colocaron USD 309 millones, luego en el año 2020 la cifra creció hasta USD 944 millones y en el año 2021, alcanzó USD 1.590 millones. Los proyectos que se financian en esta categoría son principalmente aquellos enfocados en microcrédito con enfoque en género, madres cabezas de hogar, emprendedoras que mantienen a su familia, entre otros proyectos.

La mayoría del financiamiento social se destina al microcrédito. Según la Asobanca, de los USD 1.590 millones de cartera de crédito social en 2021, USD 839 millones (53%) se destinaron al microcrédito, USD 464 millones (29%) al sector productivo y USD 287 millones (18%) al consumo.

Los proyectos más recientes

La agenda de trabajo a favor de las finanzas sostenibles continúa en este año 2022: el proyecto más reciente de los bancos ecuatorianos ha sido financiado por FMO y BID Invest y contempla tres componentes:

  • El desarrollo de 22 guías sectoriales, herramientas que establecen lineamientos para otorgar financiamiento, identificando y mitigando riesgos ambientales y sociales en los sectores productivos de Ecuador.
  • La creación de un portal web para medir el desempeño de los bancos en finanzas sostenibles, con el objetivo de tener un benchmark nacional e internacional que genere información y nuevas oportunidades para el sector.
  • La realización de un estudio de mercado que analice el desarrollo de las finanzas sostenibles en Ecuador y que se convierta en una referencia para profundizar las actividades en este ámbito a largo plazo.

Las 22 guías sectoriales que incorpora este nuevo proyecto se suman a 12 guías que se habían ya desarrollado en 2021. Con estas 34 guías, el Ecuador sería el país con el mayor número de guías sectoriales de la región, lo que permitirá a los bancos seguir aportando en la concesión de créditos con un enfoque ambiental y social.

Estas guías sectoriales son instrumentos que complementan el SARAS, en la identificación y mitigación de riesgos enfocados en un sector productivo específico.

¿Por qué es importante el financiamiento sostenible?

La Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) alerta que el financiamiento de proyectos con malas prácticas ambientales y sociales es una amenaza para el sector financiero porque los bancos podrían verse expuestos a riesgos de crédito, jurídicos, de reputación e imagen.

Para evitar estos riesgos, la publicación “SARAS: Una oportunidad para instituciones financieras”, la AFD y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recomiendan la implementación del SARAS porque permitirá a las entidades bancarias diseñar un sistema de gestión de riesgos adaptado a sus procesos.

Según la AFD, este sistema permite a la institución financiera mejorar la calidad general de la cartera de préstamos y fomentar procedimientos eficaces para cumplir con la normativa local y los estándares internacionales. Además, de acceder a nuevas fuentes de financiamiento.

En definitiva, el financiamiento sostenible ha ido ganando terreno porque es clave para cambiar el modelo de desarrollo de la sociedad y los bancos privados tienen el compromiso de seguir trabajando en una agenda de finanzas sostenibles.

Por Wilmer Torres Peña

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El crédito verde, un instrumento clave en la lucha contra el cambio climático

El crédito verde, un instrumento clave en la lucha contra el cambio climático

Adoptar un estilo de vida en el que las actividades diarias generen el menor impacto posible en el medio ambiente es algo que cada día se vuelve más necesario. De la misma manera ocurre en el sector productivo, en donde empresarios y emprendedores tratan de transformar o crear modelos de negocios en los que sus actividades generen el menor impacto al medio ambiente o que, directamente, contribuyan a reducir emisiones y otros problemas que aquejan al medio ambiente. El crédito verde es un instrumento clave en la lucha de los países contra el avance del cambio climático.

La banca privada ecuatoriana está en sintonía con estos cambios y se esfuerza por estar conectada con las necesidades e intereses de sus clientes y con la ciudadanía en general.  De ahí que los bancos han venido trabajando desde hace ya varios años con organismos multilaterales y otras organizaciones internacionales como BID Invest, DFC, FMO, IFC y FinDev Canadá, para conseguir fondos del exterior para destinarlos al crédito verde.

Según los últimos datos de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) en 2020 y 2021 la banca privada obtuvo USD 882 millones para destinarlos al crédito sostenible, y de ese monto, una buena parte se ha destinado a los créditos verdes.

¿En qué áreas se está desarrollando el crecimiento del crédito verde en el país? Estas son algunas de las áreas en las que la banca privada del país está aportando con crédito verde y contribuyendo así en la lucha contra el cambio climático:

Energía y agua

El ahorro de agua y la generación eficiente de energía son claves en la lucha por el medio ambiente. Los bancos son conscientes de ello, por esta razón, las instituciones tienen a disposición de empresarios, emprendedores y ciudadanía, líneas de crédito para financiar proyectos como: compra de equipos de alta eficiencia energética y de generación alternativa de electricidad; sistemas de energía renovable, proyectos para cambios de sistemas de iluminación, entre otros.

En lo relacionado a manejo de agua, el financiamiento también apoya a iniciativas que busquen la optimización en la utilización de agua en sistemas de riego, recirculación de agua, tratamiento de agua, entre otros.

Sector productivo

Para el sector productivo, las instituciones bancarias ofrecen créditos para financiar capital de trabajo y activos para negocios que incorporen prácticas sostenibles en su día a día.

La banca, además, ofrece financiamiento para empresas enfocadas en la actividad del reciclaje, para la agricultura orgánica con prácticas sostenibles y para construcción de viviendas sostenibles.

Movilidad

Los medios de transporte que usan combustibles fósiles contribuyen a generar un mayor impacto ambiental en el planeta. De ahí que los bancos ofrecen créditos para financiar flotas de vehículos más modernos, con menores emisiones, o sin emisiones completamente, para ser usados en actividades productivas y en empresas.

También existen instituciones bancarias que ofrecen créditos para financiar vehículos eléctricos e híbridos, para el uso de personas naturales.

La banca ecuatoriana, comprometida con la sostenibilidad

El trabajo en beneficio del medio ambiente se apalanca en una estrategia que los bancos impulsan desde 2016, cuando Asobanca firmó el Protocolo de Finanzas Sostenibles y conformó el Comité de Finanzas Sostenibles de Ecuador. Este espacio liderado por Asobanca, tiene una instancia de coordinación interna con los bancos miembros y una instancia ampliada para trabajar con todos los actores de interés de todo el sistema financiero, incluida la banca pública y de desarrollo, los reguladores, la academia y los proveedores de servicios.

Tras cinco años de la firma del primer Protocolo de Finanzas Sostenibles, los 15 bancos miembros de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador suscribieron un acta para renovar su compromiso con las finanzas sostenibles en noviembre de 2021. “Hablar de sostenibilidad es también hablar de competitividad y para la banca ecuatoriana estos son temas sumamente importantes, porque no solo impactan a las instituciones, sino también a los clientes, a la gente y al desarrollo de toda la sociedad”, dijo David Grey, Presidente del Comité de Finanzas Sostenibles de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador.

Eficiencia energética, construcción de viviendas sostenibles y gestión de residuos, entre los principales destinos de los créditos verdes

Eficiencia energética, construcción de viviendas sostenibles y gestión de residuos, entre los principales destinos de los créditos verdes

Artículo publicado el 22 de diciembre de 2021 en Diario El Universo

La demanda de créditos verdes mantiene un crecimiento sostenido a escala nacional. En el país, de acuerdo con la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), son cuatro las entidades que tienen dentro de su portafolio el financiamiento verde: ProCredit, Produbanco, Pichincha y Bolivariano.

Los bancos que otorgan este tipo de financiamiento aseguran que, en lo que va del 2021, se registra una fuerte inclinación por parte de los clientes hacia la inversión verde y sostenible, aun en un escenario en el que la pandemia por el COVID-19 continúa.

El crecimiento registrado se refleja en el número de operaciones crediticias que han crecido entre uno y dos dígitos. Por ejemplo, Banco Pichincha pasó de 547 operaciones en 2019 a 4.551 hasta octubre de este año. ProCredit llegó a más de 300 créditos otorgados en lo que va del 2021, el doble de lo registrado en 2019.

El analista económico y catedrático Guillermo Granja afirma que este comportamiento al alza se da, en parte, porque cada vez son más las empresas y personas que están comprometidas con la conservación del medioambiente. Para Granja, existe una corriente marcada de personas que apuntan a proteger el planeta, lo que impulsa la dinamización de este segmento de crédito.

Según David Grey, presidente del Comité de Finanzas Sostenibles de Asobanca, si bien desde 2012 ya se comenzaron a registrar productos especializados de crédito verde en el país, no fue sino hasta 2020 cuando el Comité de Finanzas Sostenibles realizó el registro de los montos colocados bajo esta etiqueta conocida como “créditos verdes”.

El gremio destaca que, en el último lustro, con la firma del Protocolo de Finanzas Sostenibles se ha dado paso a que los bancos privados desarrollen cada vez más productos verdes.

Un punto a considerar, dice Grey, es que el financiamiento sostenible no solo incluye el crédito verde. Más bien abre un paraguas de productos destinados a mitigar el impacto social, con líneas para financiar microempresas, sectores vulnerables, negocios liderados por mujeres, entre otros.

Destino de los créditos

Los créditos verdes están destinados tanto a empresas como a personas naturales. De acuerdo con Asobanca, los recursos que otorgan los bancos se canalizan para proyectos de eficiencia energética, tecnologías eficientes, cambios de maquinaria e infraestructura, créditos verdes para pymes, para vehículos amigables con el ambiente, entre otros.

ProCredit explicó que, en el caso de las personas naturales, las líneas están destinadas a inversiones en viviendas sostenibles, energía renovable o en autos eléctricos. En el caso de las empresas, en cambio, el enfoque principal es en la maquinaria con alta eficiencia, uso eficiente de otros recursos, economía circular, reciclaje o gestión de residuos y el uso de energías limpias, detalló Katarina Zdraljevic, jefa de la Unidad de Gestión Ambiental de la entidad.

Hasta noviembre de 2021, la entidad ha desembolsado cerca $ 42 millones en créditos verdes.

En Banco Pichincha se apuesta por financiar rubros como el de la agricultura sostenible a través de sus Biocréditos. Desde 2019 hasta octubre del 2021, por ejemplo, este segmento ha concentrado al menos la mitad de todos los recursos verdes colocados.

En los diez primeros meses de 2021, la entidad otorgó $ 105 millones para financiar proyectos de agricultura sostenible, unos $ 44 millones más que en 2020. A este segmento le siguen construcción y vivienda sostenible y transportación, destaca Ignacio Maldonado, vicepresidente ejecutivo de Negocios de Banco Pichincha.

Produbanco, en cambio, registra desde 2016 hasta el cierre de noviembre de 2021 que se han generado 429 operaciones de crédito por $ 293 millones dentro del programa Líneas Verdes.

La mayor parte de estos recursos ha sido destinada al desarrollo sostenible de agricultura (34 %), acuacultura (30 %) y manufactura (24 %), principalmente enfocado al desarrollo de procesos productivos eficientes.

José Ricaurte, vicepresidente de Banca Minorista de Produbanco, dijo, además, que los beneficiarios de los créditos pueden trabajar directamente con consultores especializados en materia de sostenibilidad de cara a la mejora de sus procesos productivos.

Asobanca registra que los bancos privados colocaron $ 215 millones en créditos verdes durante 2020.

Principales hitos de la agenda de financiamiento sostenible

2016: Firma del Protocolo de Finanzas Sostenibles para comenzar a construir una estrategia de finanzas sostenibles para el sector.

2017: Creación del Comité de Finanzas Sostenibles, impulsado por la Asociación de los Bancos Privados, con la participación de doce bancos privados.

2019: Firma de nueve bancos, en bloque, del acuerdo de Principios de Banca Responsable impulsado por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente UNEP FI (Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).

Primera emisión de bonos verdes por parte de Banco Pichincha. Se emitieron bonos por $ 150 millones.

2020: Comienza el desarrollo de doce guías sectoriales para mitigar el impacto ambiental en el crédito productivo. Bancos privados reciben $ 560 millones de DFC, BID Invest, IFC, FMO dirigidos a esfuerzos de sostenibilidad.

2021: Asobanca, junto con BID Invest y FMO, inician el desarrollo de 22 guías sectoriales adicionales, cuyo trabajo culminará en 2022.

Bancos privados recibieron hasta septiembre $ 322 millones de BID Invest, DFC y FinDev Canadá, dirigidos a esfuerzos de sostenibilidad.

Quince bancos privados firman una nueva acta para renovar su compromiso con el Protocolo de Finanzas Sostenibles.

Asobanca presenta las primeras doce guías sectoriales, elaboradas en alianza con el eco.business Fund, un fondo de impacto para América Latina y el Caribe, para delinear y fortalecer los procesos de calificación de crédito productivo que realizan los bancos, para así mitigar el riesgo ambiental y social al otorgarlos. 

https://www.eluniverso.com/noticias/economia/eficiencia-energetica-construccion-de-viviendas-sostenibles-y-gestion-de-residuos-entre-los-principales-destinos-de-los-creditos-verdes-nota/
Este ha sido el camino de la banca privada ecuatoriana hacia la sostenibilidad

Este ha sido el camino de la banca privada ecuatoriana hacia la sostenibilidad

La banca ecuatoriana está en sintonía con la urgencia de mitigar el cambio climático y por ello el sector comenzó a trazar su mapa de trabajo en sostenibilidad hace ya cinco años.

¿Qué han hecho los bancos privados?

Corría diciembre de 2016 cuando la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) firmó en las Islas Galápagos el Protocolo de Finanzas Sostenibles para comenzar a construir una estrategia de finanzas sostenibles para el sector.
Al 2021 el sector bancario del Ecuador puede mostrar ya un camino recorrido con varias metas alcanzadas; una de las más importantes ha sido la firma en bloque del acuerdo de Principios de Banca Responsable, impulsado por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente UNEP FI.
Otro hito se marcó en 2019, cuando el sistema bancario del Ecuador fue el primero en el mundo en realizar una firma de adhesión a estos principios de manera conjunta. Con nueve bancos firmantes, Ecuador es además el país con la mayor cantidad de bancos privados adheridos a este acuerdo.

Esta infografía recoge los más importantes hitos de la banca privada del país hacia la sostenibilidad

Con cuenta propia: una reflexión sobre la inclusión financiera para las mujeres

Con cuenta propia: una reflexión sobre la inclusión financiera para las mujeres

Hace 92 años, Virginia Woolf escribió uno de sus textos más famosos y un referente de la literatura feminista, el ensayo “Un Cuarto Propio”. ¿Y qué tiene que ver el texto de una escritora de hace casi un siglo, con tener una cuenta de ahorros propia?

En “Un Cuarto Propio”, la escritora reconocía que los hombres habían producido más y mejores textos literarios, de historia, anatomía, entre otros temas, como consecuencia de las desigualdades económicas. Llegó a la conclusión de que una mujer necesitaba de un cuarto propio –con privacidad dentro de su hogar, por lo menos– y de independencia financiera para darse el lujo y el gusto de dedicarse a escribir. La mujer no había podido igualar la producción literaria del hombre, decía Woolf, porque le costaba muchísimo más tener ingresos propios, algo que para ellos había sido normal siempre.

En pleno 2021, la brecha de género en el plano económico persiste. Antes de escribir este párrafo, revisé mi cuenta de ahorros y pagué por Internet la cuota de mi tarjeta de crédito, pero sé que esto es algo que no pueden hacer todas las mujeres en edad para trabajar en el Ecuador.

Aún existen mujeres que no pueden manejar el dinero de su hogar, incluso cuando ellas ayudaron a obtenerlo, porque todavía hay familias en las que es el hombre quien administra los recursos que ingresan.

En Ecuador y en otros países hay mujeres que no tienen “una cuenta propia” en una institución financiera. Y aún hay mujeres que, por no tener independencia financiera y por no participar del sector financiero formal, no han podido construir un historial crediticio, por lo que tampoco tienen tarjetas de crédito o préstamos.

La inclusión financiera es un vehículo para que más mujeres puedan alcanzar esa independencia necesaria para cumplir metas. Ya sea ser escritoras, estudiantes de posgrado, emprendedoras o cualquier otra cosa. Ya lo decía Woolf, el problema no es el intelecto o la capacidad: hay un problema financiero.

Pero esto de la inclusión financiera va más allá de propósitos individuales. Que la mujer pueda ingresar al sector financiero formal usando una cuenta de ahorros propia o accediendo a un crédito, permite impulsar la economía de los países. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres tienden a aportar mayores porciones de sus ingresos al consumo familiar que los hombres. De ahí que el organismo considera que la inclusión financiera con enfoque de género beneficia a las comunidades y la sociedad.

“Ya sea que trabajen en el hogar o fuera de él, ya sea que trabajen en empleo formal o por cuenta propia, la inclusión financiera proporciona a las mujeres las herramientas para acumular activos, generar ingresos, gestionar riesgos financieros y participar plenamente en la economía”, dice la publicación Género e Inclusión Financiera, publicado en marzo de 2020 por la OIT.

Incluso los expertos en temas financieros señalan que una estrategia que propicie más inclusión de las mujeres puede ser un buen negocio para las instituciones bancarias.

María Noel Vaeza, directora regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, dijo en una entrevista para la agencia EFE en diciembre de 2020 que los servicios financieros dirigidos a las mujeres son rentables para las entidades porque la moral de pago de las mujeres es excelente. “Las mujeres son mucho más responsables a la hora de saldar sus deudas”, explicó.

La importancia de la inclusión financiera femenina es reconocida por instituciones globales y buena parte de los líderes de las mayores economías mundiales. Por ello se incluyó este asunto dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se plantearon en 2015, a fin de ser alcanzados en 15 años.

El Objetivo 5, que aborda la igualdad de género, plantea en la meta 5.a. la necesidad de emprender reformas que otorguen a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, así como acceso a la propiedad y al control de la tierra y otro tipo de bienes, los servicios financieros, la herencia y los recursos naturales, de conformidad con las leyes nacionales.

Reconocer la importancia de este tema ha ayudado a generar iniciativas que han dado frutos en el país y a nivel global, pues los indicadores están mejorando.

En Ecuador en el 2015, según datos del Banco Central del Ecuador (BCE), del total de la población bancarizada, las mujeres representaban el 44,9% y los hombres el 55,1%. Al tercer trimestre de 2020, según el BCE, 4,1 millones de mujeres están dentro del sistema financiero. Estos 4,1 millones de mujeres representan el 48,2% de la población bancarizada. Los hombres son el 51, 8%.

Pero no basta reconocer la importancia del asunto y tener las cifras a la mano: se necesita tomar acciones sin tardar. Principalmente porque los avances en materia de inclusión y derechos de las mujeres conseguidos a lo largo de las décadas “están en peligro de retroceso como consecuencia de la pandemia”, reconoció Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas en abril de 2020. Las cifras de desempleo y de maltrato en el hogar han aumentado para las mujeres en el contexto de la pandemia.

Hay cinco acciones para propiciar una mayor inclusión de las mujeres, recomendadas en la publicación Inclusión Financiera de las Mujeres en América Latina: Situación Actual y Recomendaciones de Política, presentada en 2018 por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

La primera es el desarrollo de indicadores apropiados. La CAF destaca que se requiere implementar y perfeccionar indicadores que permitan generar conclusiones sobre el comportamiento de los hombres y mujeres en cuanto al uso de los productos financieros. Esto permitirá evaluar el impacto en términos de las políticas de género.

Una segunda acción recomendada es propiciar más fondos desde los multilaterales y de la banca de desarrollo para que las instituciones financieras puedan ofrecer más productos y servicios que traigan a las mujeres al sistema. En el caso de Ecuador, la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos aprobó en 2020 dos líneas de crédito para los bancos Pichincha y Guayaquil, para que impulsen el crédito enfocado en mujeres emprendedoras.

Una tercera acción apunta a crear productos financieros que permitan hacer crecer los negocios de las mujeres. El organismo plantea que estos productos deberían ayudar a las mujeres a transitar a mayores segmentos empresariales, pues actualmente muchas se concentran solo en la microempresa.

En Ecuador, las mujeres tienen mayor participación en el microcrédito que en el resto de segmentos de crédito. Aunque esto es positivo, lo ideal es que la brecha se pueda reducir en todos los segmentos.

Una cuarta medida que recomienda la CAF es articular los servicios financieros con servicios de desarrollo empresarial para así reducir los riesgos que puedan generarse en el otorgamiento de productos financieros a las mujeres para sus negocios.

La quinta y más importante recomendación es la educación financiera. El estudio del multilateral detalla que “hay evidencia de que las mujeres tienen menores conocimientos o entendimiento sobre información, conceptos o herramientas de utilidad para el acceso, elección y uso de los productos y servicios financieros comparadas con los hombres”.  De ahí que el reto es fomentar estas competencias. La CAF recomienda sentar las bases en la educación primaria y secundaria, lo cual implica cambios en la malla curricular y la formación docente en educación financiera con perspectiva de género.

También recomienda impulsar campañas coordinadas entre actores públicos, privados, ONG y la academia para difundir información clave en educación financiera.