El confinamiento y las medidas de restricción tras el COVID-19 han sido factores detonantes de la crisis económica mundial más fuerte desde la Gran Depresión. Los gobiernos, instituciones y organismos internacionales han desplegado un gran número de políticas y propuestas como alternativas para paliar la crisis, que van desde estímulos fiscales, monetarios, sociales y alivios del sector financiero.
En materia financiera, el sector bancario demostró estabilidad durante la crisis sanitaria, producto del manejo técnico y responsable previo y durante la pandemia (FELABAN, 2021). Pese a esta fortaleza, una de las propuestas más comunes es la reducción o restricción a las tasas de interés del sistema bancario (Calice, Díaz y Masetti, 2020). Las economías como Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, entre otras, alrededor del mundo han estado sujetas a este tipo de formulaciones a raíz de la pandemia.
En este contexto, se han implementado nuevos controles en las tasas de interés que podrían volverse medidas permanentes (Calice, Díaz y Masetti, 2020). Sin embargo, la evidencia demuestra que las represiones financieras conllevan a la reducción de créditos otorgados a los pequeños empresarios, aumento de prestamistas informales, peligro de la transparencia y estabilidad financiera (Alper et al., 2019).
Esta situación no es distinta en Latinoamérica, donde las discusiones sobre techos a las tasas de interés han sido motivo de amplio debate. En Panamá, las leyes permiten que los bancos fijen libremente el valor de las tasas de interés. Por otro lado, en Ecuador existen tasas máximas, las cuales funcionan como un techo para los diferentes segmentos crediticios. Estas se fijan por una normativa que no especifica una metodología para su cálculo. En el caso de Colombia, existe la tasa de usura, definida por el Banco de la República como “el valor máximo de los intereses remuneratorio o moratorio que pueden cobrar los organismos a los agentes económicos”.
Esta tasa corresponde a 1.5 veces el interés bancario corriente de determinados segmentos de crédito. En Perú, existe un sistema de tasas de libre competencia. No obstante, a causa de la pandemia, está en debate un proyecto de ley para colocar techos a las tasas de interés. Capera, Murcia y Estrada (2011) demostraron en su estudio que los límites restrictivos a las tasas de interés tienen un efecto negativo en la profundización financiera en los países de Latinoamérica.
Por ello, con el propósito de examinar la influencia de estas medidas en la oferta de dinero del mercado, se analizarán en el aspecto técnico los componentes de las tasas de interés de cuatro países de la región: Ecuador, Perú, Panamá y Colombia. Al analizar las tasas de interés activas1 efectivas de los cuatro países registradas en diciembre de 2020 para los segmentos de crédito de consumo, vivienda y comercial corporativo, llama la atención que las tasas de interés no son comparables por las diferencias metodológicas de cada país. Por ejemplo, en el crédito de vivienda, Ecuador posee tres segmentos, mientras que en Colombia las tasas de vivienda variarán entre cuatro subcuentas ponderadas en pesos. Por otro lado, en Panamá y Perú existe un solo segmento hipotecario. En el segmento comercial, Perú y Colombia presentan tasas relativamente más bajas, lo cual, de acuerdo con el Banco Central de Colombia se debe en gran parte a la política monetaria expansiva que han implementado (Asobancaria, 2020).
Esto no es posible en economías dolarizadas como Panamá y Ecuador. Si bien, ambos países tienen el dólar como su moneda oficial, las tasas del segmento comercial en Panamá son inferiores en dos puntos porcentuales a la de Ecuador, ya que este primer país tiene amplia profundización financiera, aplica normativa internacional, niveles de riesgo país cuatro veces inferiores a Ecuador y solo cinco segmentos de crédito frente a los 22 de Ecuador.
Componentes de la tasa de interés activa
La tasa de interés activa tiende a variar dependiendo a las condiciones de plazos, perfil del cliente y el segmento crediticio. No obstante, existen más determinantes a considerar para su establecimiento. En particular, las tasas de interés deben estar compuestas principalmente por costos y riesgos, donde los costos incorporan todos los elementos de la intermediación financiera.
A continuación, se detallan los componentes de la tasa de interés activa:
Prima de riesgo. Es el valor de rentabilidad adicional que percibe el emisor al aceptar el riesgo (Pinal, 2015). Es decir, una forma de compensar el riesgo al que se expone la institución financiera al prestar los recursos captados de los depositantes. Según Rosermberg, González y Narain (2009), el mayor riesgo y los préstamos incobrables por morosidad se encuentran en América Latina y el Caribe. Esto significa que, en la región, las instituciones financieras deben ser muy técnicas al otorgar un préstamo.
Costos generales. Se dividen en administrativos, de asesoría y procesamiento de crédito, comunicación y divulgación, y nuevos productos (Asobanca, 2019). Rosenberg, González y Narain (2009), y Cotler y Almazan (2013) afirman que, en promedio, representan el 60% del total de los costos de las microfinancieras. Señalan que los préstamos más pequeños tienen costos más elevados; no obstante, existen otros factores que los afectan, como: tamaño del préstamo, antigüedad, escala, ubicación, densidad de clientela y tipo de préstamo.
Impuestos. Demirguc-Kunt y Huizinga citados en (Ferrari, Masetti & Ren, 2018) los dividen en explícitos e implícitos. Afirman que las tasas de interés se ven influenciadas por los impuestos de la jurisdicción del banco -explícito- y por los impuestos relacionados al gravamen que solicita el Banco Central – implícitos-. En la misma línea, Calice, Díaz y Masetti (2020), al descomponer las tasas de interés, sugieren que poseen un piso natural creado por los requisitos de reserva legal y los impuestos relacionados.
Costo de fondeo. Se refiere al costo para la institución financiera de conseguir los recursos que se van a convertir en créditos. En países con política monetaria, estos recursos provienen de préstamos del Banco Central, financiamiento externo y depósitos captados. En cambio, las economías dolarizadas se limitan a obtener su fondeo de financiamiento externo y de los depósitos captados sujetos a que la entidad financiera pague una tasa de interés pasiva considerada dentro del costo de fondeo.
Ganancia. En la tasa de interés activa, hace referencia a los rendimientos productivos que percibe la institución financiera por el préstamo realizado y la intermediación financiera (Levy, 2012).
Análisis comparativo de las tasas de interés de Ecuador, Perú, Colombia y Panamá
Los componentes de las tasas de interés deben ser considerados dentro de un sistema que integre a todos los elementos de forma técnica y refleje sus cambios en el tiempo. A continuación, se explora las principales diferencias del costo de fondeo y entorno en Ecuador, Panamá, Colombia y Perú. Del 2016 al 2020 los países -exceptuando Ecuador- han logrado mantener un riesgo país controlado. Un riesgo país bajo y estable supone una mayor probabilidad de cumplimiento de las obligaciones financieras de un país. Además, influye en la posibilidad de que se adquiera financiamiento externo en condiciones más convenientes desde el país y sus agentes económicos. En el caso de Ecuador, el riesgo país es el más elevado de los cuatro países analizados y el tercero en América Latina después de Venezuela y Argentina. Su alta dependencia del sector petrolero, inestabilidad política y social, su historial en cuanto a defaults de deuda, entre otros factores influyen en el alto riesgo país.
Otro factor determinante en el costo de fondeo es la tasa pasiva, definida como aquella tasa que pagan los intermediarios financieros a los clientes por los depósitos a plazo realizados (Banco Central de Ecuador, 2007). Esta tasa constituye un elemento esencial ya que está vinculada directamente a la tasa activa, es decir una mayor tasa pasiva significa un mayor costo de fondeo que se verá reflejada en la tasa activa. Ecuador se caracteriza por ser uno de los países con las tasas de captación más altas de la región.
Al cierre de 2020, la tasa de depósitos a plazo3 promedio referencial fue de 5,9%, mientras que Perú registró una tasa de 0,08% y Panamá 3,55%, siendo esta última, una economía dolarizada. Un tercer factor que influye en las tasas de interés es el entorno determinado por la normativa, el nivel de apertura y competitividad de cada país. Esto se puede analizar a través del indicador de profundización financiera, que mide la relación del nivel de depósitos y créditos respecto al PIB y hace referencia al grado de desarrollo y penetración de los servicios financieros en una región (BCE, 2015).
Economías que implementan políticas de apertura comercial y competitividad tienden a presentar mayores niveles de profundización. Por ejemplo, a septiembre 2020, Panamá registró un nivel de crédito sobre el producto interno bruto de 109%, Colombia 50% y Perú 47%. Mientras que Ecuador se ubicó entre los tres países con menor profundización de la región alcanzando el 28% (FELABAN, 2020). Además, en materia financiera la normativa ecuatoriana se encuentra rezagada en la implementación de las normas de Basilea III -que son los estándares internacionales más altos-, mientras los otros países en análisis ya aplican dichas normas. Así mismo, Ecuador es el único de los cuatro países que aplica techos a las tasas de interés, lo cual genera distorsiones como el fomento de la exclusión financiera e informalidad (Alper et al., 2019; Capera, Murcia y Estrada, 2011).
Las tasas de interés activas se ven afectadas por los diferentes factores que inciden en su composición y por el entorno de cada país. Los países libres de techos en las tasas de interés pueden incluir los distintos niveles de riesgo de acuerdo con el perfil del cliente y segmento de crédito, lo que significa que ofrecerán tasas altas a clientes con mayor riesgo y sin historial crediticio ofreciendo así una alternativa formal para bancarizarse, mientras clientes de bajo riesgo pueden acceder a una menor tasa de acuerdo con su perfil. En este sentido, la Superintendencia de Banca de Perú (2020) advierte que, las tasas más altas de consumo en países sin techo corresponden a las tasas de las tarjetas de crédito, porque incorporan parámetros de riesgo de acuerdo con cada cliente para ofrecer facilidades de pago formales y promover la inclusión financiera.
En el análisis realizado, se observa como la literatura advierte del efecto nocivo de los techos a las tasas de interés y las principales diferencias entre los países analizados. Los componentes en las tasas de interés activas deben ser el elemento técnico crucial dentro de los análisis en torno a este tema. Para una disminución de las tasas de interés, se requiere mejorar el entorno que fomente una mayor apertura y normas que impulsen la competitividad, en lugar de establecer una fijación de techos de las tasas de interés de forma arbitraria.
Notas:
1. El Banco Central del Ecuador (2007) define a la tasa de interés activa como el “precio del dinero que reciben los intermediarios financieros de los demandantes por los préstamos otorgados en cada uno de los segmentos” 2. Está en función del riesgo del solicitante del crédito (persona natural o jurídica), segmento de crédito y entorno. 3. Las tasas pasivas constituyen una referencia, no son estrictamente comparables por los diversos plazos y metodologías de cálculo de cada país. Fuente: Banco Central de Ecuador (2020)
Referencias:
Fondo Monetario Internacinal. Do Interest Rate Controls Work? Asobanca. (2019). Informe técnico: tasa de interés Asobancaria. (2020). El desafío de recuperar el empleo. Banca & Economía Capera, L., Murcia, A. y Estrada, D. (2011) Efectos de los límites a las tasas de interés sobre la profundización financiera. Banco de la República.